Iniciamos un viaje bordeando la costa a 100 kilómetros al sur de Loreto para ubicarnos en Tembabiche, municipio de Loreto, donde moran un poco más de una veintena de personas, el acceso vía terrestre es por el Ejido Número 5 de la Ley Federal de Aguas del Municipio de Comondú, con un recorrido de 100 kilómetros, también se puede llegar por mar; sus habitantes se dedican a la ganadería y pesca a menor escala, así como a los huertos a la orilla del arroyo cercano al caserío. Como antecedente histórico tenemos que el padre jesuita Clemente Guillen en su viaje de exploración con salida de Loreto, después de haber llegado a San Juan que los cochimií llamaban Malibat y los guaycuras Ligüí, arriba un 16 de noviembre de 1720 a un lugar que los guaycuras llamaban Asembabichi al que bautizó como San Gregorio; que con el tiempo se fue degenerando su nombre hasta lo que hoy conocemos como Tembabiche. El Golfo de California siempre se ha distinguido por cantidad y diversidad de vida marina, rica en especies, y es precisamente una clase de ostras llamadas madre perlas por su tamaño las que producen las perlas más grandes, de formas perfectas y colores llamativos que crean interés por su posesión, lo que encarece su valor, aunado a la escasez de adquirirlas, ya que sólo en las costas de la media península es donde se encontraban. Las personas con corazón aventurero se sintieron atraídas por explorar estas tierras y obtener una joya que los posicionara económicamente, es así como llega Donaciano de la Toba con su esposa Germana Meza con sus dos primeras hijas de 3 y 7 años, que luego crecerían sus descendientes a un total de 15 miembros con 12 mujeres y 3 hombres. El arribo de la familia de la Toba fue en el año 1901, quienes se consideran los fundadores de Tembabiche, dedicándose al cultivo, ganadería y pesca, pero que el tiempo dedicado a la obtención de perlas era medular, hasta que logran obtener una perla sobresaliente en volumen, color verde y textura perfecta con un peso de 4 quilates, la cual traslada el señor Donaciano a La Paz en el mes de abril del año 1906 a bordo de un barco español que había arribado a Tembabiche, logrando vender la perla en $40,000 pesos mexicanos, con lo que compra una pequeña embarcación para seguir explotando la concha nácar de la madre perla. A su regreso y con más herramientas de trabajo marino, logra encontrar en el mes de mayo del mismo año 1906 la segunda perla sobresaliente, en esta ocasión es de 5 quilates que vende en $50,000, dinero que utiliza para comprar material de construcción y traslada a constructores que le ayudan a edificar una casona de dos pisos suficientemente grande para albergar a sus 15 hijos con los espacios adecuados para vivir con plenitud con cuartos dormitorios, sala de estar, cocina y almacén con un total de 100 metros cuadrados de construcción. La comodidad adquirida le permitió a la familia de la Toba asentarse mejor en Tembabiche, que lograba posicionarse como un lugar donde las embarcaciones podían encontrar alimentos, agua e intercambiar productos, lo que ocasionó el comercio y que el sistema de extracción de agua y su acumulación en pilas hiciera florecer la producción de frutos y hortalizas de sus huertos y la ganadería se incrementara, dotando de vida a la zona, notándose la riqueza de las plantas frutales, los animales pastando y los arboles embelleciendo la casona, lo cual era un atractivo. Como en todo lo existente, la casona de la Toba tuvo un ciclo de nacimiento, crecimiento y deceso, pero sigue latente en la mente, en el corazón y descendencia familiar que hace prevalecer un legado de vida; aun en sus paredes de la oficina de Donaciano se distingue claramente sus anotaciones y operaciones matemáticas con una perfecta ortografía y caligrafía, reflejo de sus profundos conocimientos y búsqueda de la perfección, lo que hace concluir que su progreso no fue por casualidad, sino de orden, disciplina y valores que forjaron los principios necesarios para ser destacados. En la actualidad nos encontramos con una casona sola y en ruinas que vigila al mar, como esperando el retorno de algo que se fue y se llevó su existencia, agoniza, se resiste a morir, lucha por dejar un legado que expresa en silencio, en espera que se valore la vida que contuvo, su arquitectura, el amor que moró en su interior y el esfuerzo que la edificaron, para que sea considerada como patrimonio histórico, como valor de nuestro pasado con el que vivimos hoy para seguir transmitiendo a las generaciones futuras. Datos históricos: Isabel de la Toba Lara. Colaboración especial: Santos de la Toba Navarro.
El acta es el respaldo documental por escrito en el que se relaciona o describe lo sucedido, de esta manera se asienta y certifica un acto, son de vital importancia, ya que dan fe de un hecho y, es por lo que se asentó el “Acta de la Magna Asamblea de Integración Política de Sudcalifornia Pro Gobernador Nativo o con Arraigo”, seguramente parecerá un nombre largo y rebomboso, pero es el correcto para incorporar todos los elementos que un título de un suceso tan importante debe contener. Esta acta se firmó en Loreto como un nacimiento de un movimiento de libertad que se venía gestando y marcaba el inicio de la lucha abierta y física para que se creara el estado actual de Baja California Sur, la restitución del municipio libre y por ende la inversión en infraestructura pública y fortalecimiento del sector educativo para que la región se desarrollara en todos los aspectos. Antes de iniciar en describir la mencionada acta, es necesario citar algunos antecedentes político legales en que se encontraba esta región de México, empezando por recordar que una vez que se logra la independencia del imperio español, se promulga la Constitución de 1824, el nuevo país queda dividido en 20 estados y 3 territorios, dos de ellos eran la Alta California y la Baja California; se adopta el régimen republicano, representativo y federal con lo que el territorio de las Californias estaría regido por un gobernador residente en la Alta California y un Subgobernador en Loreto. De esta manera inicia un regionalismo al que en la actualidad llamamos Sudcalifornia, empezamos a tener identidad, es decir, un sentido de pertenencia a una cultura que empezaba a nacer en estas tierras desérticas, este conjunto de valores, tradiciones y comportamiento único, fue gestando un origen ideológico de bienestar y desarrollo de sus habitantes, tiendo como base la libertad y por ende la participación social en la toma de decisiones. Es así, como mucho después, el 9 de julio de 1945 surge el FUS (Frente de Unificación Sudcaliforniano) quedando como director fundador el Dr. Francisco Cardoza Carballo, este frente se declara apartidista y alejado de los intereses político electorales; en aquellos años los gobernadores eran nombrados por el Presidente de la República, por mandato constitucional, todos los asignados como gobernadores eran militares y no civiles, porque también se desempeñaban como jefes de la tercera zona militar, quienes además, desconocían los problemas reales de la región. Por lo que el FUS pugnaba por postulados libertarios consistentes en que el gobernador sea nativo y designado por plebiscito; la implantación del municipio libre; establecer la escuela industrial para que se aprendan los oficios útiles y productivos; que las autoridades estimulen a la iniciativa privada para que inviertan en la industrialización del Territorio; y, poder elegir al Diputado Federal mediante el libre voto, sin la intervención de políticos capitalinos, pisoteando la voluntad del pueblo; entre otros. En 1964 el FUS se empieza a debilitar, ya que el Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, a petición de su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, designa al primer gobernador civil, al Lic. Hugo Cervantes del Río; acabándose la militarización en el poder, se abría la posibilidad para el establecimiento del régimen municipal y posteriormente la conversión de Territorio a Estado Federal; ya que el objetivo para el que fue creado se había empezado a cumplir con las obras fundamentales de desarrollo como la entrada de nuevos transbordadores, pavimentación de la carretera transpeninsular, la construcción del aeropuerto internacional “Manuel Márquez de León” en La Paz, medidas para fortalecer la agricultura y la educación. En 1969 los editorialistas del Eco de California bajo la dirección de Félix Ortega Romero visualizando el cambio en la sucesión presidencial, inician con los posicionamientos públicos de exigencia de un gobernador nativo y emanado por la acción plebiscitaria, pero es hasta el 23 de julio de 1970 en reunión del Consejo Editorial de este semanario que anuncia su lucha física para que los postulados de gobernador nativo o con arraigo sean cristalizados. Es como las palabras nativo o con arraigo son conceptos eje del Movimiento Loreto 70, entendiéndose arraigo como: “la identificación plena de la idiosincrasia de una colectividad comprendida en determinado asiento geográfico, en cuanto al hombre se refiere.” El Eco de California como semanario informativo y conductor de movimiento de opinión, comunica tal posicionamiento, surgiendo líderes en todo lo largo y ancho de nuestro territorio y es como en el caso de Loreto el Cuerpo Colegiado de Integración Política Sudcaliforniana envía a su representante, Leopoldo Perpuli Pagés, el objetivo era presentar el proyecto de reformas constitucionales para lograr las condiciones indispensables para que gobernaran personas nativas o con arraigo. Por lo que se culminó con un gran movimiento político social en todo el territorio, titulada “Magna asamblea Territorial”, dándose cita diversos ciudadanos y representantes de organizaciones el 11 de octubre de 1970 en Loreto, por ser considerado el punto inicial de la emanación de la civilización actual, primera capital de las Californias. En el acta establece que a las 11 horas del día 11 de octubre de 1970, inicia en la Plaza Pública Benito Juárez en el pueblo de Loreto, Delegación de Comondú, Territorio de Baja California, la Asamblea del Cuerpo Colegiado de la Integración Política de Sudcalifornia, siendo Juez Mixto de Paz, el C. Eduviges Davis Verdugo, y Secretario, el C. Efraín Arce Murillo, quien con una caligrafía perfecta escribió el Acta; después se inició con la intervención del primer orador, el C. Idelfonso Green; la conducción estuvo a cargo del maestro de ceremonia, Profr. Román Pozo Méndez, quien leyó el permiso para llevar a cabo el acto público, designándose al C. Leopoldo Perpuli Pagues como representante del Gobernador ante la Asamblea; acto seguido el C. Félix Alberto Ortega Romero, en representación del Consejo Editorial, Eco de California, en forma solemne hizo la declaración de instalación de la Asamblea, ensalzando el inicio de la lucha. Y es así como se empieza a desarrollar este histórico acto. Al finalizar, se expone el libro que quedó compuesto de 66 páginas con el Acta Constitutiva de la Asamblea de la Integración Política de Sudcalifornia frente a la Casa de Piedra, exactamente donde se firmó el acta de adhesión de la Baja California a la República Mexicana el 16 de agosto de 1824, donde el pueblo de Loreto y sus visitantes estamparon su nombre y firma de forma libre, dando así fe de los hechos ocurridos. Los frutos del movimiento de Loreto dan frutos inmediatamente y en el mes de noviembre de 1970, por designación central, se nombra al Ing. Félix Agramont Cota, nativo de El Pescadero, se encargará del gobierno territorial para iniciar la transición a Estado Libre y Soberano de la República Mexicana, así como la restitución del régimen municipal en el Territorio, que posteriormente fueron Mulegé, Comondú y La Paz. Actualmente existe un nicho de honor con un facsímil de esta Acta, expuesta públicamente a la entrada de nuestro edificio municipal de Loreto, con la finalidad de levantar conciencia de los momentos de nuestra historia que por muchas personas no se valoran en la actualidad, porque la libertad no les costó, simplemente la gozan, lo cual puede ocurrir que se pierda al no entenderla y valorarla. Datos históricos: Domingo Valentín Castro Burgoin. Colaboración especial: Pedro Garza Coronel.
Colaboración especial: Joaquín Muñoz Rendón. Fotografía: Alejandrina Perpuli Pagés. Los museos son sitios de reflexión, nos ofrecen aspectos de la existencia humana, son lugares para contemplar de manera física los objetos que reflejan las maneras de pensar y el nivel de conocimiento, que si bien es cierto que nacieron dedicados a las musas para admirar el arte, hoy en día en los museos contemplamos precisamente el arte como manifestación humana de lo imaginado traspasado a lo físico, con piezas que se rescatan de la historia, en este caso, investigadas y analizadas para explicar nuestro antepasado y entender la aportación en nuestra forma de ser en el presente. En Loreto tenemos un museo dedicado a las misiones, el edificio que lo alberga fue construido en el siglo XVIII por mandato de José Bernardo de Gálvez y Gallardo, Visitador del Virreinato de la Nueva España, siendo Gobernador Felipe de Neve y Padilla, quien ejerció su cargo durante los años de 1777 a 1782, periodo seguramente en que fue hecha la obra que se destinó para servicio de la comisaría y almacén general; los materiales utilizados fueron de la región como: piedra, risco, ladrillo, cal de concha, palma, madera de mezquite y palo fierro, siendo la palma transportada desde el Rancho El Palmarito a 40 kilómetros de Loreto. Con la independencia de México y ya como nación, en 1883 la península de Baja California fue decretada como territorio federal convirtiendo las misiones en iglesias parroquiales, el edificio es abandonado por varios años, situación que propició que los habitantes de Loreto aprovecharan los materiales de lo que hoy es el museo para construir sus casas, lo que dañó gravemente la estructura del inmueble. La primera reconstrucción del edificio comprendió de finales del siglo pasado a principios de este siglo cuando se habilitó como prisión; luego vino una destrucción de los paredones del lado oeste para abrir un acceso a las calles Misioneros y Salvatierra, material que se utilizó posteriormente para construir en el mismo lugar una escuela primaria que se inauguró en 1944, que quedó del lado oeste; consecuentemente el edificio fue ocupado por una escuela secundaria y luego por la casa de la cultura para luego volver a ser propiedad de la iglesia, hasta que en 1973 se expropió y se decretó museo. Cuando es destinado museo se tiene acceso a recurso financiero dentro del presupuesto federal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) restaura el inmueble, teniendo como responsable al arquitecto Sergio Saldívar del Departamento de Monumentos Coloniales de mencionado Instituto quedando inaugurado el 1 de diciembre de 1973. El museo tiene un estilo arquitectónico misional propio y único de la región, comprende sólo un nivel en forma de “L”, su entrada principal está en la parte sur y tiene 6 ventanales para la iluminación, el techo es plano, construido de vigas y ladrillo rojo recocido al que se le agregó una capa de terrado a base de cal y arena, impermeabilizado con alumbre y jabón; por el interior sus puertas llevan un dintel de madera para soportar la carga y las ventanas están protegidas con rejas de madera torneada, el patio central tiene un corredor techado a base de vigas y hojas de palma real. El museo contiene una variada colección de armas antiguas, mapas, pinturas y esculturas pertenecientes a los siglos XVII y XVIII y algunas piezas arqueológicas, además de varios objetos eclesiásticos, de uso personal, de producción, literatura y de exploración que nos ofrecen una apertura del modo de ver el mundo en aquellos tiempos, pero ante todo están las anotaciones de lo observado por los padres misioneros para comprender la naturaleza y poder adaptarse a la región. El obtener la verdad cuesta conocimiento y disciplina para adquirirse y comprenderse, cambia la forma de pensar y nos hace más libres y propositivos para implementar un bien palpable en donde vivimos, así que visitar el Museo de las Misiones de Loreto te enseñará lo profundo del conocimiento de quienes moraron en esas fechas en esta tierra y que aportaron nuestros cimientos a base del saber y seguramente nos daremos cuenta que nos falta mucho por conocer.
Cuando escuchamos decir: “señales de humo” se nos viene a la mente el modo de comunicarse de los habitantes del viejo oeste, seguramente porque hemos oído en pláticas, leído en las novelas vaqueras o visto en películas esta forma de transmitir un mensaje, pero lo cierto es que para los loretanos era algo muy común entre los pescadores todavía hace unos 70 años. Es muy posible que a varios de nuestros abuelos o bisabuelos les tocó vivir esta experiencia de ver las señales de humo que las familias de los pescadores utilizaban para comunicarse entre tierra firme y los campamentos instalados en Isla Coronado para pescar el tiburón, carne que adquirían y que conservaban con sal extraída de los pozos de Isla del Carmen para preservarlo el tiempo necesario para que un gran barco que periódicamente realizaba el recorrido por la región se los comprara. Estas señales de humo sólo eran utilizadas cuando el mensaje era de urgencia y gravedad, como la enfermedad o muerte de un miembro de la familia por mencionar un ejemplo, y consistía en enviar a los más jóvenes a la playa El Bajo, ubicado a 8 kilómetros aproximadamente al norte de Loreto, lugar en que se encuentra un pequeño relieve unos 500 metros antes de llegar al citado lugar al que llaman El Cerrito, donde acumulaban leña del monte o empalizada que varaba a la orilla de la playa para encender una gran llamarada que soltara el suficiente humo para ser vista desde Isla Coronado donde los campamentos de pescadores se instalaban. Es importante mencionar que los pescadores construían estos campamentos temporales hasta por una semana, con la finalidad de darse el tiempo suficiente para pescar las cantidades requeridas para que las canoas quedarán abarrotadas del producto marino, ya que para trasladarse lo tenían que hacer a canotaje libre cuando el clima lo permitía, situación que era tardada y era preferible quedarse cercanos a los lugares donde se proveían del producto buscado. Esta humareda era distinta a otras por su ubicación ya preestablecida y acordada por costumbre, era inconfundible, por lo que se tenía que trasladarse inmediatamente hasta tierra firme para conocer la trágica noticia; en esos años las embarcaciones para navegar que usaban los pescadores eran canoas elaboradas en la zona de Nayarit de maderas duras, por lo que eran muy pesadas, la forma de propulsión era con canalete, una especie de remo ancho especial para la canoa, seguramente una travesía fatigosa que la realizaban por lo regular entre dos de estas embarcaciones para ayudarse mutuamente en el jalarse cuando las fuerzas disminuían. Las generaciones actuales gozan de medios de comunicación y transporte con avance vertiginoso que permite con inmediatez obtener información, expresar lo deseado o trasladarse de manera rápida y segura a grandes distancias y sin interrupción en lo que se desea comunicar. Esta crónica nos hace reflexionar del avance de las diversas y nuevas tecnologías que de una generación a otra suelen ser cada vez más abismales; pero también, nos hace pensar en la ardua batalla cotidiana con la que se tenía que lidiar para vivir, para conseguir alimentos y ante todo convivir con la madre naturaleza, pero ante todo de entenderla. Narrado por: Servando Davis Davis.
Hablar de pesca en Loreto nos remontará a muchas anécdotas, leyendas y crónicas interesantes que recordar, pero en esta ocasión conversaremos del marlín negro que más grande se ha pescado en la historia comprobable de nuestro Loreto, y esto debido a que en las pláticas el único animal que crece después de muerto, es el pescado, llevándose los créditos de esta hazaña, el pescador nato, Álvaro Murillo Romero, quien nos sigue acompañando en sus legados, aunque físicamente ya no está con nosotros. Don Álvaro fue el noveno hijo de once que procreó Abel Murillo Gudiño y Adolfina Romero Cortés quienes vivieron por muchos años en la comunidad de San Nicolás, a sesenta kilómetros al norte de Loreto, dedicados a la pesca comercial y al cultivo de una huerta que generaba los frutos y legumbres necesarias para tener una vida equilibrada, pero que perdieron cuando un fuerte huracán los visitó en el año 1959, llevándose las tierras cultivables por encontrarse a la orilla del arroyo de la comunidad. Esto ocasionó la búsqueda de una mejor calidad de vida, llevando a Álvaro a trabajar en Guaymas y la Isla del Carmen, siempre ligado a la pesca, principalmente de tiburón, de donde obtenían su carne y aletas para secar, salar y luego vender a los compradores locales como Lalo Estrada, Esteban Arce o el Polo Perpuli, en algunos casos a los fuereños como Joselino Ahumada, quienes a su vez revendían a los grandes compradores que hacían llegar el producto a lugares lejanos del país vecino del norte; es así como Álvaro se mantuvo siempre ligado al mar. Con el tiempo y ya casado se asentó en Loreto, donde se implementó una nueva forma de pescar, con un sesgo deportivo o de ocio, consistentes en competencias formales e informales para obtener los peces por especies más grandes y pesados, que en aquellos tiempos la fauna marina eran en variedades y cantidades diversas y mayúsculas, lo que daba la oportunidad de esforzarse menos, reducir los costos y tiempos, situación que a Loreto lo posicionó como un atractivo, aunado a las promociones de los nacientes servicios turísticos como el Hotel Club de Vuelos y el Hotel Oasis. Y fueron tres jóvenes turistas que se hospedaron precisamente en el Hotel Oasis quienes decidieron salir a pescar, contratando los servicios de Don Álvaro Murillo como capitán, corría la década de los años setenta aproximadamente en los meses de junio a julio, periodo en que el agua es calma; el lugar destino fue Punta Lobos, al norte de la Isla del Carmen, frente a Loreto, bello lugar que se distingue por sus enormes rocas y cañones con una profundidad de 6 a 27 metros en promedio, lo que hace la zona poco honda, especial para el buceo. La embarcación de Álvaro era “Silvia”, una lancha de fibra de vidrio de 22 pies de largo que había adquirido a través de un periodo largo de tiempo ahorrando; el objetivo eran las garropas y dorados, así que llegando pescaron un barrilete que les sirvió de carnada, que el mismo capitán fue el encargado de lanzarlo, recibiendo una inmediata respuesta de un fuerte tirón en la caña de pescar y rápidamente la presa saltó, demostrando su colosal tamaño, lo que sorprendió a los embarcados. El capitán traspasa el arte de pesca a uno de sus clientes, para que disfrutara de la experiencia que inició con un constante jaloneo del marlín, pero que en pocas ocasiones saltaba fuera del agua, tal vez, debido a su colosal tamaño, por lo que tuvieron que encender el motor de la embarcación y seguir la corrida de su captura para que no rompiera la piola. La voracidad del marlín hizo que el barrilete se fuera hasta su estómago, algo bueno para los pescadores, ya que había quedado más asegurado su atrapamiento, ahora sólo se tenía que cuidar que la piola no se trozara, la fuerza del gigante marino hacia chillar el carrete, teniendo que verter agua para que la línea se enfriara y no se cortara, la caña iba y venía entre los tripulantes, haciendo relevos cuando se cansaban; la experiencia de Álvaro le decía que si lograban soportar al pez un poco más, lograrían que se ahogara, entendiéndose en lenguaje técnico de pesca, que cuando la carnada se va hasta el estómago, el animal tiende a morir por ahogamiento en poco tiempo, cosa que sucedió en tan solo una hora, por lo que se puede decir que había corrido con suerte, ya que hubiera sido muy difícil pescarlo. Cuando el marlín dejó de moverse fue fácil atraerlo cerca de la panga, pero subirlo no fue tan fácil, tuvieron que utilizar los ganchos y varios garrotazos directos a la cabeza para asegurar que el animal estuviera sin vida, ya que si sufría espasmos podría atravesar de lado a lado con su pico a los tripulantes, e inició la travesía, ayudando el clima calmo, que, si hubiese sido ventoso, seguramente no pudieran haber pescado ni trasladado al gigante a tierra firme. Cuando llegaron al Hotel Oasis la noticia de que habían pescado un marlín negro que podía ser el más grande y pesado en la historia no solo loretana, sino de la región, corrió rápidamente, dándose cita algunas decenas de curiosos que entre todos ayudaron a colgar de un mezquite a la presa que empezaba a tomar fama. De la medida de longitud a nadie se le ocurrió tomar, pero de su peso si, para esto se tuvo que pedir prestada una balanza ganadera, ya que las destinadas para el pescado no contemplaban tal magnitud, siendo una totalidad de 310 kilogramos ó 683 libras de peso, siendo catalogado el más pesado en la historia de Loreto hasta la fecha, inclusive, no se tiene registrada como noticia de un pez marlín negro que haya superado esta medida en nuestra entidad federativa. De la propina a Álvaro nadie se acuerda, ni él mismo, porque la hazaña fue la que quedó asentada no sólo en la mente de los loretanos, sino también en diversos cuentos y leyendas que fortalecen nuestra historia, pero ante todo, se imprimió un sello en la vida de Álvaro que le dio y sigue dando un distintivo o premio para que siempre lo recordáramos con lo que más amó en su existencia, la pesca. Colaboración especial: Enrique Murillo Romero (hermano de Álvaro).
Al hablar de la iglesia de Nuestra Señora de Loreto, es obligatorio citar a un hombre, que por su dedicación religiosa optó por el celibato, lo que le impidió tener descendencia, pero que sus fuertes ideales católicos de ayudar a los creyentes a vivir su fe y a construir el reino de dios en la tierra, le permitió realizar obras que permanecerán por siglos, y una de esas obras es la torre de la iglesia, que nació de la descendencia de las ideas de Monseñor Modesto Sánchez Mayón, que además de brindar un espacio digno para la adoración y oración de las personas religiosas, nos ha brindado identidad como población, distinción turística y hasta de resguardo de los habitantes cuando los huracanes nos visitaban tiempos atrás. Es bien sabido que el padre Juan María de Salvatierra fue quien fundó la misión jesuita en el año 1697, construyendo un pequeño lugar sagrado con empalizada, piedra de la región y adobe para oficiar misas y resguardar a la virgen de Loreto, que con el transcurrir del tiempo otros jesuitas colaboraron para hacer del edificio de la iglesia lo que es hoy, como el padre Jaime Bravo en 1740 que en gran medida aportó las paredes de piedra y argamasa dura del cajón base, así como su sucesor el padre Gaspar de Trujillo quien aportó el altar mayor recubierto de hojas de oro y un órgano para acompañar las misas. De esta manera fue tomando forma la iglesia de Loreto, hasta que llegó Monseñor Modesto Sánchez Mayón quien construye la actual torre del lado este del cajón principal, lo cual no debe haber sido cosa fácil, ya que los templos se mantenían con las aportaciones que realizaban los fieles creyentes, los cuales no deben haber sido muchos en esos años, pero que cuando hay interés de realizar las obras emblemáticas que prevalecen, siempre hay algo que sucede que en muchos casos se les llama milagro. Es importante comentar que el padre Sánchez como lo dice una placa frente a la Santa Casa, obra que también realizó, menciona que: “nació el 15 de junio de 1897 en Atengo, Jalisco, fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1925 en Culiacán, Sinaloa, llegó a Loreto el 29 de noviembre de 1947, donde ejerció su ministerio sacerdotal, por 40 años se dio a la tarea de reconstruir la misión de Loreto, quedando terminada en el año de 1955…” (posiblemente una discrepancia de fecha) Pero a lo que se enfrentó el padre Sánchez en su momento fue muy complicado por no tener el financiamiento para construir la torre, ya que el templo estaba en ruinas, sin techo, los paredones perforados y algunas piedras habían sido utilizadas en la construcción de viviendas cercanas, pero sucede el hecho extraordinario que algunos catalogan como de intervención divina, y es que el Creador seguramente había observado que el Padre Sánchez con esfuerzo tenaz logró reconstruir el Camino Real que une Loreto con San Javier, reinaugrandolo el 3 de noviembre de 1952, justo para honrar a San Francisco Javier en su día, iniciando la reconstrucción de la iglesia misión de San Javier, por lo que llega el patrocinio celestial pegándole al gordo en la lotería nacional. Un 15 de septiembre de 1955 el padre Sánchez se saca el premio mayor de la lotería nacional por un millón de pesos aproximadamente, que para la época era una cantidad considerable, pero no solo construye la torre, sino que rehabilita totalmente la iglesia misión de Loreto, la iglesia misión de San Javier y aporta un recurso importante para la construcción de la escuela primaria Civilizadores de Baja California, esto último con la finalidad de que fueran desocupadas las instalaciones que actualmente ocupa el Museo de las Misiones Jesuíticas de Loreto para que volviera a ser parte de las instalaciones de la iglesia loretana. Volviendo a la torre de la iglesia, de la cual podemos apreciar una arquitectura que no concuerda con el cajón inicial de la parte que construyó Jaime Bravo, ya que la textura, dimensión y color de las piedras es distinto, además de que el cemento que conforma los arcos de la torre fueron hechos con moldes y no cincelados como en la base, así como la cúpula, pero que hace lucir bellamente al templo, quedando como la edificación más alta de la región, pudiendo ser apreciada de varios kilómetros a la redonda. La estética de la torre se basa en una arquitectura con un trazado perfecto que hace soportar el peso, para lo cual tuvo que traer un albañil experto, ya que en el pueblo de Loreto no lo había, debiendo ser una persona con mano de obra especializada; es así como llega Luis Barrera desde Jalisco, persona conocida del padre Sánchez y reconocida por sus conocimientos de albañilería, ya que por las dimensiones de la nueva obra se debieron utilizar andamios, cuerdas y rondanas para subir los materiales a tan elevada altura que quedaba fuera de lo normal. La construcción se llevó 2 años aproximadamente y en 1957 fue tomada la primer fotografía de la iglesia donde luce un arco anexo de cantera y un reloj de cuatro caras en la cúspide de la cúpula de la torre, comprado a la empresa Relojes Olvera de Puebla, México, teniendo como finalidad que no hubiera excusa para que a los fieles no se les pasará la hora de la misa, pero además, este reloj cuenta con campanadas cada tres horas que se podían escuchar en todo el pueblo, las cuales se repican a las 12 pm, 3 pm, 6 pm, 9 pm, 12 am, 3 am, 6 am y 9 am. Las obras realizadas por el padre Modesto Sánchez Mayón son conocidas por el Vaticano y el Papa Juan XXIII, Ángelo Giuseppe Roncalli, le otorga el titulo honorifico de Monseñor en el año de 1960 como una dignidad especial de reconocer su entrega al trabajo eclesiástico. Aún recuerdan nuestros abuelos en sus días de infancia cuando pasaban a tomar sus clases en la escuela primaria, en lo que hoy es el museo de Loreto y los andamios rodeaban a la torre creciente de la iglesia que se erigía para ser el sello de identidad loretana, que cada día atrae más al turista que al creyente. Gracias amigo Servando Davis Davis por tu aportación, tu memoria siempre me fue sorprendente, para ti son estas letras de una crónica del pasado que prevalece en el presente para el futuro.
Definitivamente los panteones son espacios muy importantes para cualquier comunidad, los lugares donde parte de nuestra familia reposa el sueño eterno y que con seguridad en un futuro quienes leemos estas letras también permaneceremos junto a nuestra gente, por lo que son lugares llenos de simbolismo que nos gustaría ser recordados con respeto, manteniendo viva la memoria de las generaciones pasadas. Las teorías del por qué acostumbramos enterrar o sepultar, entendiendo como preservar los restos humanos de nuestros muertos son variadas, desde la representación de la terminación del ciclo de ser polvo y reconvertirnos en polvo nuevamente; también en diversas culturas antiguas como la egipcia se acostumbraba a construir grandes tumbas que recordaran las grandezas del ser en su vida; la hebrea la hemos leído en la biblia y un claro ejemplo es que Jesucristo fue sepultado; los españoles desde que adoptaron la religión católica enterraban a las personas más buenas, que después santificaban, en los atrios de las iglesias y por ende los que practicaban el cristianismo querían estar cerca de la iglesia de los santos por lo que pedían que en un patio anexo al templo descansaran sus restos, es así como nacen los primeros cementerios; y las culturas americanas enterraban a sus fallecidos en posiciones fetales acompañados de sus herramientas y artículos personales. En Loreto tenemos dos panteones municipales, pero en esta ocasión hablaremos del más viejo, Los Dolores, ubicado en Calle Escuela Preparatoria y Calle Padre Nicolás Tamaral, a un costado de la carretera transpeninsular, tiene un acceso por el lado oeste y el más utilizado por su estacionamiento es la entrada por el lado sur. Del inicio de operatividad del Panteón Los Dolores no se tiene registro alguno, pero por la datación de fechas de las tumbas más antiguas podemos decir que se aperturó aproximadamente en el año 1900, por lo que tiene unos 125 años a la fecha actual; existen alrededor de dos mil tumbas que con dificultad podemos contabilizar, ya que no hay una alineación. Cuando caminamos entre las tumbas nos damos cuenta que las podemos dividir por bloques según las familias, inclusive, algunos de los responsables que han trabajado en este cementerio las segmentan llamándoles los barrios, según el apellido de quien mora las zonas de sepulturas, sobresaliendo un área que décadas atrás se dedicó a los infantes por lo que es fácil de detectar por las dimensiones pequeñas de sus nichos. Antiguamente, mucho antes de la creación de este panteón, se tuvo la costumbre cristiana de sepultar con la cabecera al oeste, ya que la llegada de Cristo será por el oriente o este, para que el muerto se levante y quede de frente al Creador; es por lo que en muchos cementerios encontramos las tumbas en esta dirección, aunque no es una generalización, como es el caso de nuestro panteón que todas las tumbas están con cabecera al norte, excepto una. Una sola tumba entre dos mil se encuentra con la cabecera al oeste, es rápidamente identificable porque sobresale su discrepancia de ubicación, aunado que su nicho de bloque en piedra y cubierto de un cemento ligeramente café con forma de cuadrado y con bóveda con semejanzas de aperturas en la que una de ellas se mantiene una pequeña lapida que se resiste al tiempo a pesar de que una grieta la divide, se lee el epitafio: “Isabel de Fierro, falleció 16 octubre 1907 a la edad de 43 años su esposo e hijos dedican este recuerdo.” Es difícil asegurar que la morada de Isabel de Fierro sea la más antigua, porque a centenares de lapidas de las que suelen identificarse de las más viejas, carecen de leyenda e información, pero si es la identificada con fecha con mayor lejanía a la actualidad; y luego viene la pregunta, del por qué se encuentra con cabecera al oeste y no al norte como el resto, y esto se debe a que su esposo, marino de profesión pidió que su enterramiento estuviera dirigido al mar, para que cuando el arribara a la orilla de la playa frente al pueblo, pudiera divisar antes que otra cosa, la sepultura de su amada; recordemos que el panteón se encuentra en una zona alta y que en esos años no había los caserío y edificios de la actualidad, a esa tumba nunca le faltan flores artificiales a pesar del tiempo transcurrido, alguien y nadie sabe quién es, manda poner el distintivo floral a través de los años. Los epitafios estampados en las losas funerarias no se han modificado en las distintas épocas, pero lo que si podemos visualizar un cambio es al final de la leyenda, las antiguas tienen las siglas RIP y las nuevas DEP, donde el primer caso RIP hace referencia a la liturgia de la iglesia católica décadas atrás donde el sacerdote se despedía y rogaba para que el alma del fallecido fuera acogida en el cielo citando las palabras latinas: requiescat in pace, que sus iniciales son RIP y significan lo mismo que DEP, descanse en paz, pero ahora en la actualidad esta castellanizado. En la actualidad el panteón se encuentra ordenadamente bardeado, pero esto nunca fue así, hubo un tiempo en que solo un mal logrado cerco de alambre de púas con apolillados barrotes a duras penas lograban mantener al ganado fuera de este espacio, fue como le surgió la idea al delegado municipal Simón Davis Monroy, allá por el año 1923, construir una entrada digna al lugar donde se descansa eternamente, por lo que mandó construir un arco con ladrillo, emplastado de cemento y bases de piedra con puertas de hierro forjado, que el destino de la vida hizo que el primer difunto que pasó estrenando tal obra social, fuera el mismo delegado municipal. Esta crónica está destinada a todos nuestros familiares y amigos que reposan en el panteón de Los Dolores, en cada sepultura hay una historia de vida que guardamos en mente y corazón. Colaboración de: Ana Rosa Davis Murillo. Zandra Davis Drew Flavio Davis Higuera
Al entrar al pueblo de San Javier nos recibe una cruz expuesta y montada en una base, ambas de piedra que todo viajero se topa al entrar o salir de la comunidad, servía para humillarse, volverse humilde, de allí su nombre; fueron creados para marcar los lugares devotos, sirviendo de pequeño oratorio, normalmente a la entrada de los pueblos y cercanos a las iglesias o lugares destinados al culto cristiano. Los humilladeros como su nombre lo indica, eran sitios muy importantes destinados a la humillación, entendida dentro de la tradición católica española como el acto extremo de fe en el que se agradecía al Creador todas las bondades y protecciones recibidas al recorrer el camino y llegar con bien, por lo que se acostumbraba tirarse al suelo o hincarse ante la cruz para implorar el amparo divino. En México se han localizado cuatro humilladeros que aún sobreviven, estos fueron construidos en Cuernavaca, Morelos en el año 1538; Pátzcuaro, Michoacán en el año 1553; Jilotepec, Estado de México entre los años 1550 a 1560 aproximadamente; y el de San Javier, Baja California Sur edificado posiblemente entre el año 1744 y 1759 en que fue erigida la iglesia dedicada a San Francisco Javier, por lo que podríamos asegurar que es el único de las tres Californias. Esta costumbre de poner señales en las entradas de los pueblos, en los caminos o en los sitios sagrados se remonta a antiguas culturas desde la prehistoria en Europa Occidental como los dólmenes, que son grandes piedras con forma de mesas, utilizadas para distinguir las marcas funerarias o limitar territorios e identificar los grupos comunales; y los menhir, grandes piedras alargadas y clavadas en tierra que representaban lugares de culto a divinidades. En la antigua Grecia se utilizaba la herma, como forma de delimitar una frontera o carreteras, o marcar los límites de una propiedad; en Atenas se colocaba para delimitar los barrios y también frente a las casas para atraer la buena suerte; seguramente se nos vendrá a nuestras mentes las mojoneras que aún se utilizan en los campos mexicanos y locales para demarcar las fincas. El imperio romano utilizó la palabra humillatorum y en Galicia se les llamó humilladorios que a manera que la religión cristiana se fue fortaleciendo y mezclándose con el poder terrenal de los reinados, estos monumentos fueron identificándose con el humilladero que describimos en un principio. Es así como se fue creando la idea y la tradición de marcar los senderos, los pueblos y los lugares sagrados identificados con lo divino, hasta crearse los humilladeros; recordemos que San Javier fue la segunda misión que establecieron los jesuitas en la Península de lo que hoy es Baja California, lo que dio origen al Camino Real Misional, en que cada misión fue edificada a una jornada de caminata a pie, aproximadamente 40 kilómetros entre cada una de ellas con la finalidad de viajar de manera segura de encontrar un lugar para descansar, resguardarse y alimentarse, siendo la única manera de que el imperio español pudiera fundar y expandir su dominio en estas tierras semidesérticas. Es importante destacar que dentro del Catálogo Nacional de Bienes Inmuebles que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) levantó en San Javier, no se encuentra identificado el humilladero, solo tres casas tipos habitacionales, la iglesia y una pila dentro de una huerta. Que esta crónica sirva para resguardar en la memoria del lector y del histórico pueblo de San Javier la conciencia presente del pasado de un monumento que se resiste a la invisibilidad, pero peligra a falta de placa con el significado e importancia que lo haga prevalecer en el futuro, pero, ante todo, reconocer que parte de los principios y valores que actualmente tenemos en nuestra forma de pensar y de conducirnos en sociedad, se debe precisamente a lo que nos antecede, a lo histórico. Narrado por: José Luis Perpuli Drew. Apoyo histórico: Luis Domínguez Bareño.
Loreto se ha distinguido por ser tierra generadora de movimientos sociales en búsqueda de fortalecer los derechos humanos, si bien es cierto que es una comunidad pequeña y heterogénea, también es cierto que con la diversidad se fortalece la búsqueda de la justicia como punto central, el gen histórico nos dota de una cualidad sensible de la búsqueda del desarrollo social; con estas esencias nace el Movimiento del 31 de Marzo de 1988 por Loreto, al parecer el último de los alzamientos de la palabra y la acción que trajo como consecuencia una mejor calidad de vida, objetivo terrenal que toda persona busca y que los gobiernos deben proveer como estructuras creadas para el sobrevimiento humano y el bienestar de la población. Para el año 1988 la población oscilaba en los 8,000 habitantes y el agua era extraída del subsuelo del pozo numero 1 ubicado en Avenida Salvatierra y Callejón León Felipe, frente a la actual Casa de la Cultura, donde existió un tanque elevado que por sus proporciones era visualizado desde grandes distancias en aquellos tiempos; el segundo pozo era La Garza a 700 metros aproximadamente al oeste del anterior del cual se bombeaba agua al primer pozo cuando se requería; pero la dinámica cambió dos años anteriores, como en 1986 aproximadamente, ser inicia con un proceso de salinización lento y constante, ya que fue un periodo de sequía con nulas lluvias lo que impidió reabastecer los mantos acuíferos de la zona, filtrándose el agua marina y desplazando al agua dulce. Aunado a la situación de salinización del agua, Loreto empieza a enfrentar diversa problemática como la suspensión por parte del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) las construcciones del drenaje de la población de Loreto y del campo de golf de Nopoló (en la actualidad Loreto Bay) afectando no solo la mano de obra local, sino el desarrollo turístico como atractivo y la infraestructura social; por otro lado, la empresa Aerocalifornia suspende los vuelos a Loreto por no ser redituables económicamente y Aeroméxico se declara en quiebra financiera a nivel nacional, impacto brutal para los loretanos ya que su economía se basaba en el servicio turístico. El agua disponible estaba tan salinizada que cuando se bañaba una persona, el jabón o shampoo no hacían espuma, la piel quedaba reseca y el cabello áspero, lo cual originó que algunas personas transportaran agua de sus ranchos cercanos a la población que contaban con pozos que aún tenían agua dulce; cabe hacer mención que en esas fechas se acostumbraba beber agua directamente de la llave, por lo que ya no se podía hacer de esa manera la satisfacción de tal necesidad; por primera vez sucede en Loreto lo impensable, que el agua para beber se vendiera, pero que era necesario, ya que se podía enfermar, además se debían cubrir los gastos de traslado y almacenamiento, surgiendo los primero vendedores como lo fue la familia Murillo que traía agua de su rancho en Notrí, Juan Davis de San Juan Londó y el Profesor Medardo Meza del rancho Los Burros. Esa situación colapsa la economía de Loreto, no hay circulante monetario y surge la crisis financiera, de servicios, depresiva y desesperante, por lo que Oscar Henaine y Marina Ortiz de voz en voz, convocan a un mitin el 28 de marzo de 1988 por la tarde en la Plaza Benito Juárez, dándose cita alrededor de cien personas, las cuales llegan al acuerdo que la plaza debe ser tomada hasta que las autoridades estatales se presenten y se comprometan verazmente a darle una solución inmediata a la salinización del agua, reactivación de vuelos comerciales y reiniciación de las obras en construcción. A partir de ese momento, cualquier persona que quisiera expresarse sobre la crisis presentada, lo podía hacer de manera pública y con voz ante el micrófono abierto a la ciudadanía, destacándose una cantidad considerable de oradores que subían al estrado día y noche reclamando su pliego petitorio constantemente hasta hacer eco en el Palacio de Gobierno Estatal, siendo Gobernador del Estado el Lic. Víctor Liceaga Ruibal, quien envía el 29 de marzo al Secretario General de Gobierno, Lic. Mario Vargas Aguiar a Loreto, siendo rechazado por la ciudadanía loretana, pidiendo que sea el Gobernador del Estado quien se presente. En ese momento, la gente enardecida y unida, sienten que deben subir el tono del reclamo, que las autoridades deben voltear a ver con seriedad, respeto, responsabilidad e inmediatez las solicitudes sociales, tomándose la decisión de cerrar el tráfico vehicular de la carretera federal transpeninsular; es así como en presencia del Secretario General de Gobierno se escucha una canción de moda de José Luis Rodríguez “El Puma”, titulada “Agárrense de las Manos” que Blas Arrioja sube el volumen al máximo de las bocinas, quedando como un himno de unidad y fraternidad loretana momentánea que sirvió para motivar el traslado de los presentes a la carretera a la altura de la entrada al aeropuerto donde se atravesaron decenas de vehículos impidiendo el paso. Es hasta el día posterior a la llegada del Secretario General, el 31 de marzo cuando el Gobernador del Estado se presenta en persona en la Plaza Benito Juárez; una gran algarabía reinaba, en el lugar se habían dado cita unas trescientas personas, lucía rodeada de pipas, taxis y camiones de volteo, las lonas y pancartas con exigencias eran variadas, todo evidenciaba el descontento y la desesperación; el Gobernador valientemente y cumpliendo con su compromiso de servicio llega hasta el centro de la muchedumbre y de entre la gente se presenta Oscar Green Davis con un vaso de agua de la llave y le pide al Gobernador que beba el producto de los servicios públicos vitales, el Gobernador le da un sorbo y traga el agua salada con un gesto apenas perceptible que hizo patente su desagrado. Ese mismo día el Lic. Víctor Liceaga se comprometió con el pueblo de Loreto trasladarse al entonces Distrito Federal para hablar en persona con el Presidente de la República, Lic. Carlos Salinas de Gortari para enterarlo de manera formal de la situación que prevalecía en Loreto y que se buscaran las soluciones pertinentes; de esta manera es a los tres meses posteriores, en el mes de junio cuando el Presidente de la República visita Loreto y anuncia la construcción del acueducto San Juan Londó, zona que contaba con la suficiente agua dulce para dotar a Loreto y Nopoló del vital líquido, para esto fue necesario cancelar las concesiones de diez pozos de agricultores que se inconformaron, pero que no procedió legalmente su desacuerdo. De manera alterna se reinició la construcción del drenaje en el pueblo de Loreto y campo de golf en Nopoló, lo cual originó la contratación de mano de obra que permitió ingreso financiero en las familias; en el caso de la aerolínea Aerocalifornia se reactivó un vuelo a Los Ángeles, California, existiendo divisas que se reflejaban en ganancias económicas a los prestadores de servicios turísticos; cabe hacer mención que estos vuelos no eran redituables para la empresa, por lo que el Gobierno del Estado cubría el costo de los asientos no vendidos para que la actividad comercial de la empresa fuera rentable. Dos años después, en los primero días de junio de 1990 en una tarde-noche fue inaugurado el acueducto del que se extrae agua a 30 kilómetros aproximadamente al norte de Loreto; es ante la presencia del Presidente de la República Mexicana, el Lic. Carlos Salinas de Gortari, que el responsable de las obras públicas de FONATUR, Ing. Pablo Fernández Real le pide al Delegado Municipal de Loreto, Dr. Estanislao Cota Collins, que abra la llave de manera representativa para que el primer chorro de agua potable salga con presión para alimentar las tuberías de Loreto, es cuando el Delegado Municipal Estanislao Cota le dice al Presidente de la República, Carlos Salinas, “Antes de su llegada los loretanos llegamos al acuerdo en decretar plenilunio para que quedara gravada en su memoria este momento, señor Presidente, gracias”. Ante la presencia del gran astro natural de la tierra se cerró una página de la vida de nuestro querido Loreto. Después de décadas, este movimiento queda como ejemplo de que cuando el pueblo se une en una sola voz y exige sus derechos, entendiéndose como los principios que son inalienables a las personas, siendo la forma de garantizar la justicia y la dignidad como seres humanos, donde el Estado existe para hacer prevalecer esta norma, siempre debe acatarse tal petición, en todo caso, la figura del Estado es desvirtuada. Narrado por: Estanislao Cota Collins. Datos técnicos: Pablo Davis Arce, Pablo Davis Vargas.